La Gran Batalla
El gran enfrentamiento con que dio fin la Primera Edad, librado entre la fuerzas de Valinor y las de Morgoth. Angband quedó destruido y Morgoth completamente derrotado, pero Beleriand fue engullida por las aguas y la Tierra Media cambió drásticamente. También llamada Guerra de la Cólera.
"Se dice que Morgoth no esperaba el ataque que le llegó desde Occidente. [...] Además, imaginaba que había malquistado para siempre a los Noldor con los Señores del Occidente, y que contentos en su propio reino, los Valar ya nunca harían caso del mundo exterior. [...] Pero el ejército de los Valar se preparaba para la batalla; y tras sus estandartes blancos marchaban los Vanyar, el pueblo de Ingwë, y aquellos de los Noldor que nunca habían abandonado Valinor, y cuyo conductor era Finarfin, hijo de Finwë. Pocos de entre los Teleri estaban dispuestos a ir a la guerra, porque recordaban la matanza en el Puerto de los Cisnes y la captura de los navíos; pero escucharon a Elwing [...] y enviaron marineros para las naves que transportaban el ejército de Valinor por el mar hacia el este. [...]
De la marcha del ejército de los Valar hacia el norte de la Tierra Media poco se dice en historia alguna. [...] El poder de Valinor apareció en el Occidente, y las trompetas de Eönwë clamaron desafiantes en el cielo; y Beleriand se encendió con la gloria de las armas, pues el ejército de los Valar se componía de figuras jóvenes y hermosas y terribles, y las montañas resonaban bajo sus pies.
El encuentro de los dos ejércitos del Occidente y del Norte se llamó la Gran Batalla y la Guerra de la Cólera. Allí se concentró todo el poder del Trono de Morgoth, que había crecido sin medida, de modo que Anfauglith no podía ya contenerlo; y todo el Norte ardía con la guerra.
Pero de nada le valió. Los Balrogs fueron destruidos, salvo unos pocos que huyeron y se escondieron en cuevas inaccesibles en las raíces de la tierra; y las incontables legiones de Orcos perecieron como paja en un incendio, o fueron barridas como hojas marchitas delante de un viento ardiente. [...]
Entonces, al ver que sus huestes eran aniquiladas y su poder dispersado, Morgoth se amilanó, y no se atrevió él mismo a salir a la batalla. Pero lanzó sobre el enemigo el último ataque desesperado que había previsto, y de los abismos de Angband salieron los dragones alados que habían estado ocultos hasta entonces; y tan súbita y ruinosa fue la embestida de la terrible flota, que el ejército de los Valar retrocedió, porque los dragones venían junto con grandes truenos, y relampagos, y una tormenta de fuego.
Pero llegó Ëarendil, brillando como una llama blanca, y alrededor de Vingilot estaban reunidas todas las grandes aves del cielo, y las capitaneaba Thorondor, y hubo una batalla en el aire todo el día y a lo largo de una noche de duda. Antes de salir el sol, Ëarendil mató a Ancalagon el Negro, el más poderoso del ejército de los dragones, y lo arrojó del cielo; y cayó sobre las torres de Thangorodrim, que se quebraron junto con él. Entonces salió el sol, y el ejército de los Valar prevaleció, y casi todos los dragones fueron destruidos; y todos los fosos de Morgoth quedaron desmoronados y sin techo, y el poder de los Valar descendió a las profundidades de la tierra. Allí por fin quedó Morgoth acorralado y acobardado. Huyó a la más profundas de sus minas y pidió la paz y el perdón; pero los pies le fueron rebanados desde abajo, y fue arrojado al suelo de bruces. Luego fue atado con la cadena Angainor, que él había llevado en otro tiempo, y de la corona de hierro le hicieron un collar, y le hundieron la cabeza entre las rodillas. [...]
Así se puso fin al poder de Angband en el Norte, y el reino fue maldito y fue reducido a nada; y de las profundas prisiones, una multitud desesperanzada de esclavos emergió a la luz del día, y contemplaron un mundo que había cambiado. [...]
A Morgoth los Valar lo arrojaron por la Puerta de la Noche, más allá de los Muros del Mundo, al Vacío Intemporal; y sobre esos muros hay siempre una guardia, y Ëarendil vigila desde los bastiones del cielo."
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